martes, 27 de febrero de 2018

14


Hoy
de nuevo me concedo
ese instante de libertad enjaulada
con el sol y los pájaros anunciando el ocaso
mi hora predilecta del verano.

Allá arriba hay nubes
y el sol se vuelve de cuchillas
mientras su calidez encanta el suelo
que vuelve a enamorarse
y tiñe de fuego sus párpados
su piel amada.

Un instante perfecto
sin fisuras
sin horas
solo minutos dorados de amor
entre el cielo y la tierra
que escurren ríos de lava
en cada mirada
cada pestaña quemada
pero se acaba
sin dejar ni el puro rastro
solo el frío más oscuro
y la nada


jueves, 18 de enero de 2018

10 (parte 2)


Si el otro día mis pies tocaban la tierra con mesura,
hoy la realidad me ha obligado a ponerme zapatillas y a correr con ella hasta caer exhausto.

Yo la miro,
la estoy mirando con la cara fría y plana
aunque mi interior arda.
Y ella no deja de atizarme con varas de espinas rotas,
astilladas y a remojo con mi sangre.

Pero no voy  a caer.
Seguiré / Me arrastraré si hace falta.
Y será mañana o en mis últimos días
cuando acabe descalzo—sobre ella,
Mi tierra,
y me siente en su regazo
hasta que la noche tranquila nos acune con su manta de estrellas.


miércoles, 10 de enero de 2018

10


A veces siento que casi no puedo ni andar, mientras que ellos no dejan de correr,
pero también me doy cuenta de que
con cada uno de mis pasos
me pican los mosquitos,
me arañan las arañas;
La tierra,
Sí, Mi tierra,
la que piso descalzo,
me seca los pies cansados
de un sudor—puede que—demasiado sensible.

Aún sigo arrancando las hojas de los árboles
y me impregno de ellas.
Las corto con mis uñas nerviosas,
las hago pedacitos
y esparzo su naturaleza
por el suelo entristecido.
Mis dedos aún caminan por la ciudad
buscando paredes rugosas,
gotelés callejeros que absorber.
Manos, pies, dedos y uñas,
todos despiertos y libres,
alejados de pantallas y pulgadas—ya casi—transparentes.

Qué pronto me he hecho viejo
y a la vez niño
Qué adultos alejados están ellos


jueves, 14 de diciembre de 2017

9


La inestabilidad creadora
Me arrastra / Ella ciega
se adhiere a mis entrañas

¿Y si pudiese controlarla?
¿la destruiría?
¿toda ella en su conjunto?
Debiera domarla antes de que nos consumiésemos
o quizás, ¿debiera dejar que me arañase?
¿que me arrancase la carne y cicatrizase?

Se ha hecho grande en mi habitación oscura y siempre diurna
ha absorbido más sudores de los que puedo generar
y se alimenta con mis dudas, regalándome escritos como este